Usar auriculares es dar la señal de que estamos desconectados, no disponibles y de que no se nos debe molestar. Nuestros escudos para los oídos son barreras contra los bárbaros ataques citadinos como los piropos, las construcciones o la conversación no deseada de parte de un compañero de trabajo amistoso que sólo tiene una pregunta “¿tenés dos segundos?”.
Trabajamos o hacemos trámites bajo la cortés suposición de que nadie conoce nuestro secreto (y disculpas a todos por revelarlo): los auriculares están funcionando como esa barrera, a la vez que no están reproduciendo nada.
Basheer Bergus, de 28 años y director en una firma de mercadotecnia digital en Nueva York, sostiene que definitivamente usa los auriculares en el trabajo sin que emitan sonido alguno. Los emplea como una pantalla de privacidad. Y si ve a alguien con quien no quiere tener nada que ver, se coloca unos enormes auriculares que le cubren por completo las orejas, como si fuese un letrero que dijera “Silencio, por favor”.
En los lugares de trabajo, las distribuciones abiertas se están volviendo cada vez más comunes. Hace tiempo desaparecieron los muros de cubículos. Las puertas han seguido el mismo camino de la extinción que las máquinas de fax. Los auriculares son los nuevos carteles de “No molestar”.
A no distraerse
Hailey Hayman, de 24 años y gerente en una compañía neoyorkina de productos sustentables para fiestas, aseveró que se siente demasiado expuesta cuando no usa los auriculares en la oficina. Cuando los tiene puestos, siente como si estuviera dentro de un espacio más apartado. “Sin los auriculares, es probable que me distraiga escuchando las conversaciones de otros o perturbe a otras personas con mi conversación”, sostuvo.
“Uso los auriculares para que la gente no me moleste”, declara Mary Sollosi, una escritora independiente de 25 años que vive en Los Ángeles. ¿Y qué sucede cuando se le acercan individuos que no han notado lo que realmente significan los auriculares? “Hago mucho aspaviento al quitármelos y les pido que repitan lo que dijeron”.
Titubeé si preguntar a mis propios compañeros de trabajo en el sitio web Bustle sobre el blindaje silencioso. Rosanne Salvatore, que se sienta frente a mí en el trabajo, confiesa: “hay ocasiones en que paso horas usando auriculares sin que emitan música. Obtengo mucha satisfacción cuando me doy cuenta de que lo estoy haciendo, y nadie se da cuenta”.
Kara McGrath, otra compañera de trabajo, revela: “sólo estoy escuchando algo el 30% del tiempo”.
Nuestra búsqueda colectiva de privacidad en ocasiones alcanza niveles de comedia: Pierce Crosby, de 25 años, una vez vio a un hombre hablando a sus auriculares en una cafetería, pese al cable desconectado que colgaba por debajo de su silla. “Fue bastante interesante -recordó-. Me tomé mi tiempo fingiendo escribir un mensaje de texto mientras escuchaba su conversación”.
Experimentaciones
Nuestro fingimiento privado quizá realmente tenga beneficios positivos. “Aunque ponerse los auriculares no es un acto de concentración en sí mismo, implica preparar las condiciones para que uno medite sin ser molestado”, describe Lodro Rinzler, cofundador de Mndfl, un estudio de meditación en Nueva York. Él recomienda usar los auriculares sin música si el hecho de hacerlo ayuda a crear un ambiente tranquilo para llevar a cabo una tarea.
Ethan Nichtern, maestro de meditación shambhala y autor de The Road Home: A Contemporary exploration of the buddhist path (El camino a casa: Una exploración contemporánea del camino budista) sostuvo: “ponerse los auriculares sin música puede definitivamente hacer que uno se enfoque más en su yo interno”.
Chelsea Gavin Lowry, doctora en audiología del Centro de Audición de Tarrytown, está familiarizada con la práctica de usar auriculares en silencio; su esposo lo hace durante sus traslados. “Quizá sean útiles para proteger nuestros oídos de los ruidos excesivamente fuertes en nuestro ambiente”, evaluó. Como no hay investigación que sugiera que simplemente usar auriculares sin sonido causa daño, se puede aplicar la lógica de que sin daño no hay repercusiones. Solamente, ya se sabe, conviene límpiarlos de vez en cuando.
Para Steve Savage, un músico que vive en Nueva York, usar auriculares sin que reproduzcan nada es un mecanismo para escuchar otras conversaciones. “Pienso que es divertido aprovechar que la gente suponga que no puedo oírles -destacó-. En ocasiones, incluso muevo la cabeza o tamborileo con las manos para realmente mejorar la ilusión”.
En medio de todos nosotros, los mentirosos, los inclinados a ignorar a los demás y (quién sabe) quizá incluso los farsantes de conciencia, ¿pudiera haber todavía una persona que use los auriculares para su propósito original, que es el de oír música o radio?
Jeremy Smith, de 36 años y desarrollador de páginas web que vive en Nueva York, sostuvo que nunca ha usado intencionalmente sus auriculares sin que reproduzcan música o un podcast. “Sin embargo, lo otro suena a que es una buena idea” -concedió-. Quizá empiece a hacerlo”.